jueves, 20 de marzo de 2008

Cambio, carácter y credibilidad: los próximos siete meses

El análisis político, así como cualquier otro ejercicio del conocimiento, parte de la combinación adecuada de datos precisos, detalles históricos y sentido común. Hace varios meses, confrontado ante la pregunta de un grupo de mis estudiantes sobre quién ganaría la primaria a la gobernación del PNP, contesté sin vacilar que Luis Fortuño. Era evidente que Fortuño combinaba varias cualidades que le hacían ganador: cara nueva ante el desgaste de Pedro Rosselló, un discurso de cambio, el respaldo de alcaldes y líderes poderosos, la confabulación de la maquinaria rossellista en su contra y el hambre de triunfo del PNP.

Desde el principio Luis Fortuño tenía las de ganar y hay que decir que su comportamiento como candidato fue ejemplar. Se mantuvo enfocado en su discurso de cambio y esperanza. Atacó con la fuerza necesaria cuándo era seguro hacerlo y dio la impresión desde el comienzo de una extraña fragilidad que los electores PNP en busca de cambio, con la ayuda de los medios, convirtieron en apoyo contundente.

Además, de que el respaldo es amplio en casi todos los sectores que forman en PNP, Fortuño sabe que existe en el país un cúmulo de frustraciones contra nuestra clase política en un electorado hastiado del tranque del gobierno dividido. Esta es la clave para atraer votantes de afuera del PNP, que son necesarios para ganar en noviembre. Por eso, valiéndose del efectivo argumento de la alianza PPD-separatista y del discurso esperanzador de que “esto tiene que cambiar”, apeló con éxito a los votos populares algunos de los cuáles acudieron a esa primaria para asegurase una puerta abierta en las elecciones. En esto también le ayudó el inmenso deseo dentro y fuera de su partido de retirar a Pedro Rosselló. El resultado fue lo que desde un principio era obvio: una fácil victoria del Comisionado Residente.

No debe desatenderse pues, el alcance de la poderosa retórica del cambio. Fortuño no ha dicho y no es necesario que diga en qué consiste el cambio. Cambio es un elemento subjetivo que le permite a cada individuo definirlo de acuerdo a sus circunstancias y necesidades. Por eso, cuándo se utiliza para capturar la imaginación de los electores, resulta más importante describir las condiciones prevalecientes y lograr una conciencia colectiva de ellas. Es decir, hay que crear el convencimiento de que todo está mal y sólo existe una esperanza -un candidato- para cambiarlo. Esto es, el cambio por el cambio mismo.

Pero la retórica del cambio no será suficiente para un triunfo de Fortuño. Ahora comienza la verdadera lucha. El gobernador Aníbal Acevedo Vilá en una muestra suficiente de carácter afrontó a los que por lo bajo comentan que es tiempo de quitarse y dejó claro que peleará hasta el final. Cuatro años de gobierno dividido, una investigación federal en su contra, una recesión económica como consecuencia de los altos precios del petróleo, desatinos decisionales como el IVU, un gabinete poco productivo y una reforma gubernamental natimuerta; son parte del balance con que el Gobernador tendrá que comparecer ante el electorado. Cualquiera en situaciones normales utilizaría el espejismo de la primaria para adjudicar la contienda desde ahora. Sin embargo, la historia y el sentido común indican que Luis Fortuño tiene ante sí una contienda y un contendor formidables.

Haciendo gala de su conocida habilidad estratégica el gobernador Acevedo Vilá ha recogido la retórica del cambio y la ha devuelto escudándose con el argumento de que en estos cuatro años el gobierno dividido no le ha permitido traducir en realidad su agenda de gobierno. Así pues, el incumbente ha terminado prometiendo “cambio verdadero”. Por otra parte, ha enfrentado el descontento contra la imposición del IVU -que él prometió nunca implantar y luego terminó defendiendo en los tribunales- con una muy arriesgada estrategia que propone la derogación de la parte del impuesto correspondiente al Gobierno Central (4%).

Esta propuesta, a pesar de no encontrar eco en casi ningún sector de opinión, constituye -junto al anuncio de aumentos para maestros, policías, empleados bajo negociación de la Ley 45 y jubilados- el mensaje central de la campaña que el PPD presentará a la clase media para tratar de recuperar su apoyo. No será fácil, pero el Gobernador sabe que en Puerto Rico inclusive los pobres se identifican como clase media, siendo ésta última el sector más oprimido de nuestro modelo contributivo. Una propuesta de alivio sustancial a la clase media puede significar el elemento que incline la balanza del creciente grupo de electores no afiliados o desencantados que flotan en la periferia de nuestros partidos políticos.

Pero estas estrategias en realidad dependerán de un segundo factor que está menos relacionado con la racionalidad a la que nos tienen acostumbrados los analistas, economistas y gurús que pueblan nuestros medios de comunicación. Todo dependerá de una variable mucho más elemental: la credibilidad. Las encuestas, sondeos y grupos focales que en los próximos meses realice el PPD, deberán enfocarse en una cuestión fundamental: ¿tiene el Gobernador el suficiente caudal político cómo para hacer frente a la retórica del cambio? En otras palabras, ¿cree la pluralidad de los electores en lo que les dice el Gobernador? Si la respuesta es si -y eso lo deben saber los directivos del PPD que constantemente auscultan el sentir de los electores- entonces Luis Fortuño podría llevarse una sorpresa en noviembre. Si por el contrario la respuesta es negativa, deben los populares medir la posibilidad de recuperar esa credibilidad antes de los comicios.

Aníbal Acevedo Vilá es un gran político y su instintos están entre los más refinados de nuestra historia política reciente. El Gobernador sabe que la viabilidad de una carrera política se reduce a carácter y credibilidad. De lo primero el País sabe que su Gobernador no adolece. En cuanto a lo segundo, debe el PPD hacer en las próximas semanas una evaluación racional, científica y calculada, que les permita hacer un papel tan decoroso como patriótico en noviembre de 2008.